lunes, 26 de septiembre de 2011

Honesta revisión de mi vida.

Bueno, empecemos:

  • Llevo poco mas de un año en Xalapa.
  • Cuando salí del DF viajé con la ilusión de mantener una relación amorosa de lejos.
  • Antes de mis exámenes en mayo, esa relación estaba ya destruida, masticada por la realidad.
  • Ahora le tengo un odio estúpido a los percusionistas mediocres, a las promesas y a los recuerdos sensuales sobre ella.
  • La extraño más que a cualquier cosa en mi vida, la extraño porque no acabé de decirle cosas lindas y no me harté de ver sus ojos.
  • Pienso continuamente en una carta que le escribí (y en otra que ella me escribió) y que está guardada por algún plafón de mi anterior escuela, metida en un sobre, cubierta de cinta adhesiva de la gruesa y la cual solo será abierta (o descubierta por alguna raza extraterrestre que busque desechos, porque ya nos habremos extinguido del planeta para esas fechas) el 25 de mayo del 2020. Tengo un martirio por 8 años y medio más. 
  • Me da miedo ser un mediocre. Me da miedo pensar que estoy en la etapa justa donde si no tomo decisiones correctas, daré vuelta en una calle donde me esperan mi soledad llorándole a mis ilusiones actuales asesinadas por la realidad. De nuevo.
  • Todos tenemos decisiones equivocadas, pero es también una verdad que solo cada uno sabe lo mucho que le duelen estas decisiones.
  • Por eso quiero entrar de oyente a clases de Semiótica.
  • Ahora vivo solo, a ratos extraño a mis padres, a mi perrita, a mis peluches, mis amigos cercanos, mis cercanos compañeros y al lenguaje del DF. Me choca explicar a cada rato lo que quiero expresar cuando digo que algo o alguien "rifa".
  • Tomo café como loco.
  • Ya sé cocinar. Tampoco soy El Chef, pero por lo menos ya sé hacer una pequeña variedad de pastas, carnes y ya se hacerme un sándwich decente.
  • Regreso a mis libros, a mi música, a mis pinturas y estoy cada día más convencido que cuando tenga que trabajar, daré clases de historia del arte, nada de enseñar técnica en una escuela para aficionados.
  • Me doy cuenta que siempre seré igual de inseguro, miedoso, cursi y recursivo; tal vez pueda cambiar la forma en que lo manifiesto, pero siempre seré así.
  • Estoy entre cortarme la melena o no. El calor es un argumento importante en contra de mi cabello largo, pero si me lo corto sólo faltara un arete de fantasía en mi oreja derecha para parecer reggaetonero.
  • Esta tarde viví una cosa de lo mas particular: Mientras escribía en la Plaza Lerdo con un gis sobre el suelo, junto a varios que se desahogaban del miedo por la violencia en el estado, sonando en el fondo una banda interpretando "La Llorona", me levanté y volteé a ver a Fidel, quien también nació en Oaxaca. Le miré con ojos sorprendidos, porque en ese momento me dí cuenta de lo lejos que ahora estoy de todo. Lejos de mi familia, lejos de mis antiguos amigos, lejos del lugar donde crecí y todavía más lejos del lugar donde nací. Y ya ni hablar del amor, ese amor estético a la Kierkegaard que sentía por ella, amor que lo que sea que signifique, lo dejé por la ilusión de "ser alguien en la vida". Me dí cuenta, que yo ya soy alguien en la vida.
  • Y me acabo de dar cuenta que ya apareció el sol a mis espaldas, muy abajo de mis ventanas. Con este sol empieza mi día y mi semana, que no me queda más que disfrutarla.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Poesía Zapoteca (Primera parte)

En un viaje a mi pueblo (no éste último, del cual como ven, regresé bien), bajé hasta Juchitán, ciudad oaxaqueña enclavada en el Istmo de Tehuantepec, una zona que para mi es de una riqueza cultural y estética inigualable (claro, yo soy "de por allá", pero intento ser honesto).
En Juchitán compré el libro "Laguna Superior. Poetas del Istmo Oaxaqueño", una antología compilada por Jorge Margariño y Víctor Terán (quienes también están incluidos en la antología) y con una presentación escrita por el inalcanzable Carlos Montemayor.

Transcribo aquí dos poemas de diferentes autores, los cuales he decidido poner desde mi personal y poco experimentado gusto poético. El primer texto fue escrito por Irma Pineda, quien ha sido publicada en diversos medios nacionales e internacionales como La Jornada, Tierra Adentro (México), Trieste (Italia), La Poesía Señor Hidalgo (España), Poesie (Yugoslavia), Galerna (E.U.)

El segundo fue escrito por Francisco de la Cruz Jiménez, quien escribe en su lengua natal, el Zapoteco, ha sido publicado en periodicos y revistas como Excélsior, La Jornada; Guchachi´ Reza, La Palabra y el Hombre, Nuni / Granos de maíz y Generación, y hasta la fecha de publicación del libro, Presidente del Consejo Directivo de Escritores en Lengua Indígenas, A.C. En su poema aquí transcrito, pongo primero el original en Zapoteco y después la traducción al Español. 

Espero sean de su agrado y si es su gusto, comenten abajo sus impresiones, opiniones o críticas.


Informe


Perdone usted
los estragos de mi amor
yo solo quise venir
a ofrecer un silencio de alcatraces
regalarle un sombrero de ala ancha
tal vez recoger de sus labios tulipanes
Pero traje un corazón adolorido
con gajos de nostalgia y soledad
y pude apenas dar un mal informe 
de la tristeza en alta mar

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Yannadxí


Yannadxí zanaxhiee lii xtale
sicasi ñaca chi gate´ guixi´
chaa chi guibiee zitu
pa caa ma racala´dxe´ guiduuba´


Yanna dxi la?
ruxidxe´ sa´ya´ en lii


Ruuya´ lii ti ganda gahua´ bezalulu´
cuaque´ ti saa huiini
gahua´ yaa guenda ruxidxi xtilu´
sica ti ndaa cuananaxhi


Cabee ruaa diidxa´ri´ yannadxi
caquiiñe´ ganaxhiee lii
ne gata dxie´ tu cue´ xi´quelu´


Racaladxe´ guidxiña´
guidubi naca xquenda´
ra nuulu´




Hoy


Hoy te amaré a plenitud
como si mañana fuera a morir
empezar un largo viaje
o quizá tenga ganas de alejarme


Pero hoy
río a carcajadas contigo


Te veo para devorar tus ojos
inventar una canción
y mordisquear tu sonrisa 
como una rebanada de fruta


Confieso en este día
que siento la necesidad de amarte
y reclinarme sobre tus hombros


Quiero hacer acto de presencia
intensamente
a tu lado









martes, 13 de septiembre de 2011

de Puentes, Viajes y Supersticiones.

Hoy salgo a Oaxaca por una semana, me voy a mi pueblo a alcanzar a mi madre. Parece ser que mi bisabuela esta muy enferma, y prefiero estar unos días por allá, la otra opción era ir con mi padre y mi hermano al DF pero podré ir a la ciudad después, ya que esté mi madre con ellos. 


Ayer iba a tener clase de clarinete pero cancelaron clases, porque el huracán iba a estar sobre nosotros ese día. Pero ayer fue un día de un sol implacable y harto calor. El huracán parece que le gustó hacerme el día malo, pero no me puedo quejar, prefiero un día frustrado que regresar a la inundaciones del año pasado, esas si son desgracias; pude haber tenido clase hoy, pero mi maestra nos pidió que no tuviéramos clase hoy, martes 13. Tengo la ligera sospecha que mi maestra es algo supersticiosa. Tal vez se resguarda en su casa y espera que la tarde pase sin hacerle daño. ¿comerá cosas sin sal? ¿esconderá todas las escaleras de su casa? 

La vida de los supersticiosos ha de ser muy difícil. Seguro ha de ser tan difícil como la de los hombres que huyen de las mujeres., en una parte profunda de su mente la razón les dice que es estúpido su miedo, pero seguro esa parte esta callada por el instinto.
Si mi maestra fuese mi madre, seguro me pediría no viajar hoy, que tomase un autobús mañana temprano y que me cuidara hoy quedándome en casa también. De hecho, mi madre me pide cuidarme, pero no por alguna superstición, sino por el bello ambiente que ha traído el narcotráfico a esta región de Veracruz y, viendolo asi, para huir de la realidad ayuda mucho el ser supersticioso, pues el que unas fuerzas externas a ti manden el mundo trae consigo la idea de alguna entidad piadosa que guia tu destino. Quisiera ser supersticioso, pero con el miedo a las mujeres tengo.

Espero regresar a contarles como me fue, por lo mientras preparo mi maleta con ropa para el calor, un par de libros (otro par de libros de solfeo, porque hay que estudiar) y toda la musica que puedo. Me encanta viajar solo, no porque odie viajar acompañado o algo así, es sólo que por un momento, al estar sobre una maquina rodante, rodeado de extraños, me doy cuenta de todas las personas que conozco y les recuerdo, y me da por sonreír por saber que en algún momento les veré. En Oaxaca espero poder grabar algunos sonidos de pájaros, estoy intentando componer alguna pieza con sus cantos, porque me gusta escuchar todos los timbres, giros y ritmos que tienen los pájaros. 

Y disculpen la omisión, pero no hablare nada de "El Día de la Independencia". Salvo que no vayan a los festejos en el centro de su ciudad, si están en Veracruz. Si gustan de embriagarse háganlo en sus casas y cuidando no hacer daño a nadie en las calles. Quienes carezcan de patriotismo cuasi místico, como yo, hagan su día normal y disfruten el mundo, que hay muchas cosas que vivir y disfrutar con los sentidos, sin necesidad de héroes, alcohol, patriotismo o supersticiones.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

A título de disculpas:

He estado ocupado con la escuela. La verdad no tanto, fue más una ligera sensación de ausencia de motivos. Más conciso: Estuve de huevas. Pero en ese estado de la mas profunda flojera me encontré con un texto que había escrito hace ya casi 3 años. Lo empecé porque quería hacer un blog, pero como que no se dio. A ver si en esta ocasión tiene un poco mas de éxito.

Me disculparé antes de que el lector se de cuenta de la total falta de calidad y autocrítica en el texto, fue de las primeras cosas que escribí y no es porque mi forma de redactar haya mejorado, pero no estaba muy buena en ese momento.

Lo que me motiva a volverlo a exhibir es la extraña sensación de que estoy viviendo lo que mi personaje, Mateo, vivió en lo poco que escribí. Algo así como una proyección, pero al contrario, del texto a la vida real.

Sin más cosas que agregar (porque siempre fastidian tantas excusas) pongo abajo el inicio de lo que escribí en ese momento. Ojalá, con un poco de contrariedades, lo disfruten:


La noche en el hotel fue particularmente recordable. Entre gemidos, golpes, una cama acartonada y dos disparos en la madrugada, Mateo pasó una noche larga, planeando lo que haría cuando tuviera el mundo a sus pies, cuando su imagen fuera conocida y su trato con la gente fuera algo más interesante que comprar un café o un par de pantalones.
-que hotel esperabas con tan poco dinero la noche- se decía a sí mismo Mateo- no está todo mal, esta terraza llena de escombros es perfecta para descansar y sentirse a gusto en esta mañana con sol- y Mateo se puso a leer un pequeño libro que acostumbraba traer en el bolsillo izquierdo.
Cuando estaba en un capítulo lo suficientemente bien escrito como para que Mateo se perdiera en el momento, salió de uno de los cuartos que si tenían puerta, una mujer que detrás de unos lentes de sol escondía unos ojos llorosos, una buena cantidad de delirante y novelesco pasado y una tristeza momentánea que se iba cuando ella estaba acompañada. Era una mujer con el estilo por las que Mateo deliraba, moría y se enamoraba, pero al estar tan distraído de lo que conscientemente realmente le importa, dejó pasarla y sin siquiera notar su existir mutuo y contrario siguieron viviendolo. Fue cuando Mateo recordó que también sentía hambre, bajó a la recepción y pregunto por un local cercano. Mateo sentía mucha hambre la última semana y no reflexionaba en eso, pues para Mateo el hambre era solo algo muy básico, una barrera para poder vivir. 

El caminar de Mateo era, de toda la vida, particularmente melancólico, listo en todo momento para una de esas fotografías en blanco y negro en alta resolución, o especial para pensar un poco en la desgracia personal. Mateo gustaba de atravesar parques pues le parecían menos infestados de vendedores y eran el paraíso de vagos y drogadictos, primos nocturnos de Mateo. Fue así que Mateo llego al pequeño comedor que le habían mencionado, le agrado su barra ya casi inexistente en las ciudades fast food, y tranquilamente se dejo envolver por el ambiente mas agradable en la mañana de un sábado, de esos pocos que huelen a chocolate y descanso sin aburrimiento, un olor que prometía un buen día lleno.
Mateo pidió una malteada y unos huevos fritos, disfrutando  los ojos sobre la mesera de negro pelo, dueña de una sonrisa encantadora, una voz endulzante, unos labios rojos tan imposibles, eternos, divinos… – ¡¿ ...y su café lo quiere con leche?!- si señorita mía, con leche y poca azúcar, gracias- y Mateo sonrió con una sonrisa estúpida, tan común cuando intentaba disimular su pena al ser descubierto.